¿merece la pena invertir en marca personal?

De vez en cuando me gusta hacer una revisión de mi reputación o identidad digital: una buena excusa para analizar los proyectos en marcha y encontrar un sentido y una posible coordinación entre todo ellos.

En este año han ocurrido muchas cosas que afectan directamente a mi reorganización profesional. Para empezar en febrero he generado lo que he llamado Urbano Humano Agency, una manera de reforzar mis proyectos profesionales entorno a un único contenedor que si bien se puede asociar directamente a mi, establece un mínimo de diferencia con mi identidad personal o no profesional, es decir yo: Domenico Di Siena alias Urbano Humano, que es como me encontráis en las principales redes sociales.

Frente a una mercantilización feroz de nuestras identidades marca estoy intentando encontrar la manera de seguir diferenciando, hasta donde sea posible, lo profesional de lo personal. Es una cuestión de salud, de tranquilidad. Es esencial para no caer en una situación desgastante que me obligue a una constantemente “actitud comercial” para vender la marca persona.

Quiero evitar absolutamente ese mecanismo, que además es todavía más perverso en la situación de precarización en la que nos encontramos: no es lo mismo desarrollar una marca personal desde una posición de confort o llamémosla de tranquilidad que desde un contexto de precariedad. Cuando cada encargo, trabajo o proyecto no conseguido puede querer decir perder la oportunidad de ser un poco menos precario, acabamos en un bucle destructivo que nos empuja a auto-posicionarnos en los escalones más bajos y más débiles de cualquier proceso profesional, mezclando sin ningún tipo de lucidez lo político, lo social, lo personal con lo profesional.

Las marcas personales (y no) que no se encuentran precarizadas, por las razones que sean ofrecen una especie de espejismo, tal como para muchas personas ha sido el American Dream. Como a decir, todo podemos conseguirlo, porque hay algunos que lo han conseguido.

Persiguiendo ese “sueño” que además se asocia a la posibilidad de formar parte de un procesos de transformación real de la sociedad, nos encontramos en una extraña realidad que nos induce a seguir a pleno ritmo, sin poder parar a pensar y sin tampoco tener ningún tipo de seguridad para el futuro. Producir para seguir existiendo. Producir para reafirmar y recordar a la comunidad que nos sigue que seguimos existiendo. Igual que un trabajador en paro o incluso los jubilados les puede dar pánico dejar de producir por miedo a que su propia vida pierda sentido, a las personas marca nos puede dar miedo dejar de “aparecer” para no perder toda la “relevancia” conseguida con horas y horas de trabajo que además en muchos casos ni siquiera ha sido remuneradas.

eh no! no podemos caer en esa trampa! no ahora que estamos experimentando nuevos modelos de sociedad basado en Inteligencia Colectiva.

Tenemos derecho a parar. Tenemos derecho a dejar de producir. Tenemos derecho de disfrutar de las personas más allá de los mecanismos de marca.

Quizás sea posible evitar que conocer personas y proyectos interesantes tenga que estar siempre relacionado con el trabajo (o business).

Si mi identidad personal tiene que ser algo, que sea una obra de arte pero por favor que no sea simplemente una marca más.

Creo que estamos pasando por el absurdo culto por el dinero o en general por el deseo de poseer cosas, muchas y caras, a un absurdo culto por crear nuestra propia marca. En este proceso juegan un papel importante las redes sociales, porque de repente nos han ofrecido a todos un “departamento de marketing” barato y al alcance de todos.

Antes de seguir, tengo que reafirmar que esta no es una de esas crítica, reaccionaria o contra-reaccionaria a la tecnología y a lo digital. Si sois lectores habituales del blog sabéis que suelo tener en seria consideración por todas las ventajas que nos aportan; sin embargo siempre me parece más que útil analizar todas las facetas.

Analizando mis cuentas en redes sociales me he dado cuenta de una cosa muy obvia (a veces las cosas más obvias son las más difíciles de ver). Para empezar, es obvio que gestiono demasiadas cuentas: he generado muchos proyectos que tienen su propia identidad y marca. ¿Como es posible? ¿Como puede alguien siquiera pensar de poder llevar todo esto? Sin el espacio digital, sin internet, sin las redes sociales creo que en ningún momento se me hubiera ocurrido pensar ser capaz de llevar todo esto.

Generar marcas nos parece lo más normal y lo más necesario. Si siempre nos ha parecido lo más normal del mundo acumular dinero como garantía para el futuro, ahora nos dedicamos a crear marcas, poscionarnos entendiendolo siempre como una inversión para el futuro.

Una vez más antes de seguir quiero añadir una aclaración: suelo ser muy crítico con los modelos tradicionales en los que se suelen gestionar las identidades colectivas y por ello a menudo promuevo modelos más respetuosos con las identidades individuales aunque estén incluidas en una identidad colectiva, una comunidad o una red. Sin embargo debo reconocer que dentro de una identidad colectiva por lo menos cada individuo sujeto a la tiranía del capitalismo cognítivo, puede contar con cierto espacio de intimidad, alejado de muchos cortocircuitos entre lo profesional y  lo personal.

Individualmente somos claramente más débiles, solemos cometer todos los mismos errores y actuamos en función de una cultura profesional que ya se ha quedado desactualizada y así solo reconocemos pequeñas variaciones como la marca personal, sostituyendo empresa por persona, sin embargo nos queda todavía mucho camino para construir modelos que nos permitan tener una identidad profesional fuerte y sostenible en el tiempo sin caer en las trampas más marketinianas.

Es decir que una empresa, una asociación y una comunidad puede generar marca contando con el trabajo de diferentes personas y cuando lo hacen bien no tiene porque estar asociado a una o unas pocas personas. Es decir que ofrece dos beneficios, repartir carga de trabajo y un mayor espectro de libertad en lo cotidiano, para que no se asocie cada gesto de una persona como un acto “comercial” o interesado.

Estoy seguro que muchos de vosotros se encuentran reflexionando sobre estos mismos temas y me encantaría conocer vuestros pensamientos y reacciones.

PD – Quiero subrayar que el contexto que mejor ha favorecido y ampliado mi visión sobre estos temas ha sido #meetcommons. En los dos encuentros y en todas los intercambios y charlas que he tenido con las personas que de una forma u otra participan de esta “comunidad” me he encontrado en un espacio de confianza y confort donde se genera un sana dialéctica y donde poder experimentar nuevas formas de relación personal/profesional que van más allá de la marca personal.

fuente imagen: http://www.il3.ub.edu/

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  1. hans brinker (@hansbrinker) says:

    Ya lo dice el propio nombre, no? Lo que pasa es que nos quedamos más con la primera palabra que con la segunda. Es «marca personal» pero nos fijamos más en que sea marca, que en que sea personal.
    Yo creo que, a pesar de que obviamente unos podemos aprender de otros, en esto de la «reputación online», «identidad digital» o «marca personal» cada uno a de seguir su camino. Igual que el el «mundo real» cada persona es distinta, en en mundo digital, que no virtual, pasa exactamente lo mismo, me explico:
    Hay quien hace de su trabajo su vida, y que relaciona su persona directamente con el trabajo que realiza, hay quien lo hace al reves y convierte su vida en su trabajo (parece lo mismo, pero hay una sutil diferencia), e incluso hay quien separa completamente esas dos cosas en su vida. Si eso ocurre asi en el mundo fisico, igual ocurre en el mundo digital y de la misma manera se puede gestionar, no?
    De todas maneras, estoy de acuerdo en que la mayoria de las veces nos dejamos llevar, nos preocupamos demasiado por la «marca» y acabamos siendo esclavos de la misma, teniendo como bien dices, miedo a perder reputación por dejar de general contenido o de alimentar esa marca.

    ¿Es la solución a eso poner a la persona detras de la marca y no al lado? ¿O «esconderse» (y no lo digo de manera peyorativa) detras de una marca para poder ejercer en otros ambitos como persona y no como marca? Yo no lo se, pero lo que si se es que no hay una unica respuesta o solución. Hay que tener cuidado para no pervertir lo que es la identidad digital y acabar siendo esclavo de ella como deciamos, pero tienes que seguir tu propio camino, no el de los demás.

  2. Muy de acuerdo con Hansbrinker. Y quizás nuestro caso sea muy próximo a lo que el describe como personas que no separan lo personal de lo profesional.

    En el TFM usé un concepto que llamaba «multisubjetividad aplicada» y que trataba de reflejar la multiplicidad de identidades (prefiero este término a «marca») que desarrollamos las personas. Este fenómeno ya se produce en el mundo analógico: no hablamos igual con un guardia de tráfico que con nuestro amigo de la pandilla.Son identidades distintas ¿o son la misma? Yo voto por «acomodarnos» a la vida líquida.

    Los textos de Bauman han sido muy útiles para mi en ese sentido, pero no por «hacerles caso» si no por todo lo contrario. En comulgar con su lectura negativa de la «vida líquida», la acepto y me adapto.

    Los valores humanos son posibles en una sociedad hipertecnificada y ultraconectada en la que el tiempo y el espacio solo se han convertido en información. Sólo tenemos que esforzarnos un poco más.

  3. Jorge says:

    A mí con este post se me lían los conceptos bastante, no sé muy bien por qué.

    Supongo que en parte es porque no puedo opinar mucho por experiencia, ya que mi caso es bastante distinto al tuyo. Mi identidad individual-personal (que como la tuya tiene un alias transparente, eldelacajitaJorge) se desarrolla ahora mismo desde la seguridad, sin presiones y al margen de la «marca» profesional bajo la que desarrollo el grueso de mi trabajo (Ecosistema Urbano), a la que contribuyo más bien poco y de la que me siento incluso demasiado separado (justo el problema contrario al tuyo, que te ves muy pegado, incluso sometido, a tu «marca» profesional).

    Sin embargo sí que, poco a poco, empiezo a tener una especie de «marca» individual-profesional parecida a la tuya, desde el momento en que me muestro disponible y capaz de hacer tareas profesionales por mí mismo.

    Y aunque de momento no tengo esos problemas tuyos de «la cargante necesidad de alimentar esa marca» (ya que no NECESITO que me «rinda»), sí que entiendo otro de los conflictos que te surgen, que es la separación o autonomía de lo personal respecto de ésta.

    Para mí, la salida a los conflictos ha sido intentar

    – Situar todo más claramente en lo profesional (se lo cargo a mi marca) o en lo personal (es cosa de mi identidad), o al menos ser consciente de cuándo NO lo estoy situando.
    – Funcionar en contextos (paquetes que yo mismo hago de tiempo + espacio + compañía) y en «modos»: on/off, dentro/fuera, pro/am…
    – Defender esos contextos unos de otros, ser ágil y sobre todo muy claro (de cara a uno mismo y a otros) al salir o entrar en uno o en otro.

    Creo que lo segundo se parece a lo que dice Miguel, que yo versionaría como «multisubjetividad situada». Es decir «eh, ahora no estoy trabajando y por eso voy a permitirme decir tonterías» o «no, a esa hora no nos reunamos, que estaré en modo familiar». Incluso ayudar a otros a hacer esa distinción: «Bueno, entonces, ¿vamos a empezar a hablar en serio de trabajo? ¿Aquí y ahora?». Preguntas tan aparentemente tontas como esta te posicionan, posicionan al otro, y sobre todo «sitúan» a los presentes en un contexto adecuado para lo que siga.

    Y lo que es más importante en la línea de lo que comentas: te permiten «dejar aparcada» tu marca sabiendo (y dejando claro a los demás) que podrás volver a recogerla y seguirá allí, en buen estado. Si la haces bien, esa «maniobra de aparcamiento» te puede permitir desconectarte hasta el día siguiente, escaparte una semana o (para los maestros jedi de la multisubjetividad situada) hasta tomarte un año sabático, si quieres, y que al volver la marca siga allí (para eso deja uno «marcas», ¿no?).

  4. Más allá de lo ya dicho, y aunque yo también me encuentre en la paradoja y contradicción interna de resistirme por un lado a la automercantilización pero por otro lado me impulse a darme a conocer, en parte porque me apasiona la divulgación y tengo que pasar sí o sí por las redes -además de proyectos que podríamos decir también tienen su marca-, el término marca puede ser convertido por nosotros mismos como eufemismo. Como ya han dicho, nos olvidamos de la parte «personal». Y cada vez más personas están bastante cansadas de la publicidad que persuade con emociones e imágenes bucólicas que no explican nada del producto, así como de personas que toda su vida parece una aventura y son perfectas y no inspira confianza, que lo mismo podrían ser personajes de una novela -leído por algún lado de la web esto último. Llevo un tiempo analizando este fenómeno y se suelen llegar a conclusiones que más o menos conducen hacia un terreno. Más o menos todos apuntan a la importancia de ser uno mismo, natural, incluso aunque seas un «Hematocrítico», que es un personaje construído, queda algo de muy humano y personal tras este. No es necesario ser perfecto. Esto además ya es por salud mental de uno mismo, porque como insinúas, si tuvieras que crear un personaje para vender más tu marca (personal) tendrías que llevarlo fuera de las redes, en el mundo de carne y hueso, y ya me dirá alguien si eso hace estar bien a una persona y es constructivo y aporta algún sentido a su vida.

    Sobre lo que comentas de la presión social en las redes, es otro tema interesante a debatir, que sí converge con el tema de «marca personal» en estos días, pero no es necesario que una persona sea consciente de ser marca o no. Sí que es cierto que si desapareces un tiempo de las redes, especialmente si la regularidad de aportar contenido es muy frecuente, se nota un bajón de afluencia de usuarios hacia tu contenido. Para eso ya han aparecido movimientos como el slow, y el d-tech d-tag en que algunas personas comienzan a conectarse menos en las redes, y sólo comunican lo justo y necesario, diferenciando entre amigos de verdad (con los que te irías a tomar un algo y tienes estrecha confianza) de los «amigos» a lo Facebook. En esos casos se disponen mensajes de tanto en tanto que realmente aporten algo a la comunidad, y así gradualmente, marcando una regularidad con contenido que vale un buen peso, es posible marcar una diferencia. Ahora bien, se tarda más en conseguir un «éxito» mediático, pero pongo de ejemplo a Dolors Reig. En las redes, no dispone muchos mensajes y normalmente son avisos de nuevos posts (posts en su blog que realiza de 2 a 5 veces por semana), y está considerada aun una de las personas más influyentes de Twitter, dicen.

    Es muy interesante debatir estos puntos, la verdad.
    Ánimos y fuerzas con los proyectos!

  5. Lo que comenta Elisabet me sigue de los movimientos slow, lo entiendo, pero no puedo compartirlo. Soy un firme defensor del cambio «desde el interior» y posicionarse en reacción a una tendencia global desmedida, el avance de la tecnología, me parece un error (aunque siendo una elección personal de muchos no cabe otra cosa que respetarlo).

    Y a Jorge, creo que obvias una componente que es crucial en «lo digital». ¿Qué pasa cuando tienes dos conversaciones de google+ abiertas una con un amigo y otra con un cliente?¿Qué «situación» adoptas en ese momento?
    Lo que tú desarrollas, al vincularlo a la situación contextual-espacio-temporal, se convierte en multisubjetividad-realizada. A cada contexto le corresponde una sola subjetividad activa, pero si en «lo digital» el espacio y el tiempo se solapan y desdibujan ¿quién somos en cada información (ya no podemos decir «en cada momento» ni «en cada lugar»)?

    1. Jorge says:

      Cierto, Miguel. Como autor de un «blog ensaladilla» personal, donde lo mismo publico una foto haciendo windsurf que un texto de tres mil palabras sobre arquitectura abierta, conozco muy bien ese conflicto: la gente que te lee con interés unas cosas, se echa para atrás ante otras. Distintos contextos se mezclan y a veces, se estropean mutuamente. Por eso siempre han funcionado mejor los blogs especializados y con una línea clara: no decepcionan con contenidos inesperados.

      Por eso me pareció tan grande la idea de los «círculos» que propuso Diaspora y que acto seguido implementaron los de Google + y en menor medida (porque no les interesa) Facebook: porque permite acotar contextos virtuales, usando el nivel de privacidad como límite.

      Otra opción común es que cada uno se cree esos espacios, a través de la especialización de sus canales (en Twitter soy más profesional, en Fb más personal, etc.), o duplicarlos creando otras cuentas (una razón por la que tiene sentido que creemos tantas: no son tanto «marcas» como canales).

      De todas formas, tengo la confianza de que la sociedad está evolucionando y ganando un tipo específico de «inteligencia relacional» por la que aprenderemos a diferenciar por nosotros mismos el contexto de las cosas. Por ejemplo, no nos horrorizamos cuando un profesional con quien vamos a trabajar resulte tener muchas fotos de fiesta loca con sus amigos en el Facebook. Y con el tiempo, mi esperanza es que lleguemos a saber aceptar a una persona en todas sus facetas, y saber entender cuál de ellas está activa y cómo es adecuado responder. En un entoro con cada vez menos «intimidad por invisibilidad», aprenderemos a desarrollar una «intimidad por tolerancia».

      1. Jorge says:

        Creo que en la última frase, donde he puesto «intimidad», quería decir «privacidad». Creo xD

  6. fernando says:

    Esta claro que somos una marca, no siempre la misma, no siempre igual para todo el mundo. Los que nos movemos mucho en las redes buscamos herramientas que nos permitan corregir lo que no nos termine por encajar de nosotros mismos. Lo primero es que a veces escribimos simplemente para ver como sonamos. No nos interesan mucho las criticas y la sobreexposición a veces nos daña. Pero aun siendo diferentes creo que hay que exponerla, no tienes porque gustar a todos, hay que tomar partido, aunque eso a otros les lleve a perder tu reputación. Creo que la verguenza es la principal causa de muerte y el miedo al ridiculo debe ser prioritario en nuestra marca personal. Creo que no debemos sonar bien siempre, no se tiene porque entender todo y debemos aceptar las criticas y la capacidad de enfocar nuestros objetivos. Si algo se aleja de nuestra intención a lo mejor debemos revisar el planteamiento incluso la intención.

  7. skotperez says:

    Dome, cuando escribes «Si siempre nos ha parecido lo más normal del mundo acumular dinero como garantía para el futuro, ahora nos dedicamos a crear marcas…», me ha recordado a por qué los chiapanecos mexicanos, y muchos otros indígenas, tienen un animal, al que alimentan, cuidan y protegen, como ahora hacemos con nuestras marcas personales.

    Los indígenas lo hacen porque el animal es su cuenta bancaria, es la inversión a la que pueden recurrir: llegado el momento lo venderán y lo transformarán en dinero.

    Creo que invertir, si estamos hablando de inversiones, en marca personal hoy día, es igual de arriesgado que comprarse un piso hace cinco.

  8. Parece que hayan 2 perspectivas debatibles a partir de lo que habéis comentado: una es transmediar algo tan cotidiano como tener distintos roles en nuestras vidas (el rol profesional, el rol íntimo, el rol más festivo,… los que cada uno pueda tener) hacia el mundo virtual como algo más práctico y «natural», compatible, y tener que afrontar estas cuestiones que comentabáis de tener usos contradictorios o complejos con nuestras redes, es decir, tener un perfil de Google+ para lo personal, lo privado y lo profesional que de estar en público todo pudiera crear conflictos. Hasta aquí podrían encontrarse varias alternativas, tal como, por poner un ejemplo práctico, tener un facebook con 15 contactos contados que es para cuestiones privadas e íntimas, y un twitter para el resto de cosas que no sean contradictorias.

    Otra perspectiva es el discurso de la marca personal a tener que aparentar un único rol, o roles que no afecten a la autoventa de uno mismo, o personaje construido sobre el yo o lo que queremos que parezca ese yo a lo Risto Mejide. En el trasfondo parece que haya una supina importancia a tener que exhibirse y estar presente entre tweets que desaparecen «como lágrimas en la lluvia» vendiéndonos como un concepto único y uniformizado. Lo que quiero decir es que parece que no se pueda tener una vida íntima y privada para expresarse más chabacanamente y con otro «rollo» con los amigos íntimos, y se tenga que forzar una forma de comunicarse muy original o uniforme de cara al resto de público, llegando al punto de sentirnos cohibidos. No sé si me estoy explicando bien… Sencillamente leo a partir del debate el sustrato de la marca personal que es sencillamente como mostrarse en las redes, y otra es la cuestión más marketinguera en sí de marca personal, más como marca que como personal.

    Sobre lo comentado por Jorge acerca de algo que he comentado, me gustaría aclarar algo, perdón por ser tiquismiquis con este tema, jejeje «Soy un firme defensor del cambio “desde el interior” y posicionarse en reacción a una tendencia global desmedida, el avance de la tecnología, me parece un error (aunque siendo una elección personal de muchos no cabe otra cosa que respetarlo).»

    Primero de todo, dicha tendencia surge originalmente no como oposición al avance de la tecnología, no es tecnofóbica ni neoludita. Es sencillamente una inercia, sí que tiene un qué de reacción, creo que más natural de lo que parece dentro del mundo humano, de adaptarse a los cambios tecnológicos tan masivos y sucesivos, más que en cualquier otra época, ya por salud mental o psicológica de uno mismo. Es una manera de tener el control sobre estos cambios y no que los cambios lleven el mando de nuestras vidas. No sé si el malentendido habrá sido por usar la palabra «tendencia», que suele abusarse como sinónimo de moda, y por extensión que las modas son actitudes o comportamientos adoptados sin reflexión por masas por cuestiones de estatus social, porque «está de moda». Pero una tendencia es un movimiento social e intangible de comportamientos que no necesariamente crece. Y puede surgir ante un posicionamiento de varias personas de forma aislada, que no casual, o frente a un manifiesto, etc. Resumiendo, que que sea una tendencia no significa que la gente la adopte como reacción, o como moda, sino que puede ser por cuestiones del interior. Pero esto ya sería off-topic 🙂

  9. domenico says:

    Todos vuestros comentarios, aunque con matices diferentes me confirman que este tema es muy actual y que todavía no se ha generado una reflexión suficientemente profunda. Llevamos ya unos años usando la red, generando marcas y colaborando y todavía no tenemos idea de cuales serán realmente las consecuencias.

    Me ha parecido especialmente clarificador lo que comenta Alfonso, sobre los indígenas que consideran sus animales su cuenta bancaria, su inversión a la que pueden recurrir; y sobre la idea de considerar la inversión en marca personal como algo igual de arriesgado que comprarse un piso hace cinco años.

    Quiero añadir un nuevo punto de reflexión.

    Creo que los que tenemos una visión crítica (que no necesariamente negativa) sobre los efectos de la marca personal, somos al mismo tiempo los que confiamos en una especie de cambio de paradigma que parece vislumbrarse desde las ceniza de un injusto y moribundo sistema capitalista.

    A veces pienso que esta visión optimista hacia un posible cambio nos empuja aún más a dar importancia a la Marca Personal. Es decir que de alguna forma nuestra propia marca parece ser el único anillo de conexión posible entre un sistema que se desmorona y otro que todavía no ha llegado. Parece casi un gesto de protección: un poco como los indígenas hacen con sus animales.

    En España especialmente, noto una cierta tendencia a la espectacularización que seguramente afecta a la importancia que damos a las marcas personales. Procediendo de Italia tango claro un mecanismo: hay gente que usa y promueve el espectáculo para distraer (ver Berlusconi); Panem et circenses decían los romanos.

    Para cerrar esta reflexión dejo una pregunta claramente provocadora, no será que mientras los que nos consideraos innovadores sociales «jugamos a la revolución», es decir generamos «un espectáculo» estamos dejando cancha libre para que los «promotores» del espectáculo puedan generar un nuevo equilibrio y un nuevo lenguaje que tranquiliza a los que quieren que nada cambie?

  10. Bueno, lo último que preguntas me recuerda a un fenómeno que guarda relación. Diversas marcas de moda, o en la publicidad audiovisual, se ha hecho uso de los movimientos revolucionarios como el 15M, las acampadas, como imagen adoptada y vaciada de sentido para vender una idea de marca «rebelde», y puesta al día. Así que sí, siempre habrán fuerzas con poder que tratarán de tergiversar un mensaje con cierta masividad para controlarla y dejarla sin su fuerza original, vender la imagen original como una moda más. Eso siempre ha ocurrido en mayor o menor grado, con otros nombres y otras prácticas.

  11. Por cierto, me lancé a escribir esto en relación a las marcas personales 🙂 http://elisabetrosello.blogspot.com.es/2013/10/sobre-la-marca-personal-hasta-donde.html