#meetcommons: organizarnos en torno a procesos de colaboración | ¿para qué?
Seguramente muchos lectores de este blog conocen #meetcommons: un encuentro que pretende explorar nuevos contextos para el aprendizaje, la interdisciplinariedad, el trabajo colaborativo y la cultura libre.
El primer encuentro tuvo lugar en Madrid en La Nave. En marzo de este año varias personas comenzamos los preparativos para un nuevo #meetcommons, lanzando una invitación para pensarnos en común. Finalmente el encuentro tuvo lugar al final de julio.
El proceso de preparación del encuentro de este año ha sido muy largo con alegrías y muchas frustraciones; todo empezó como un plan para un gran encuentro abierto, terminó siendo una pequeña reunión por invitación. Así lo resume Ricardo Antón: un ejercicio de redimensión derivado de las implicaciones reales jueves a jueves durante todo el proceso y de la autoconsciencia sobre las energías y recursos disponibles. Así, finalmente nos juntamos, entre el 29 de julio y el 1 de agosto en azala (Araba), quince personas: Azucena Klett, Domenico Di Siena, Eli Vegué, Gorka Rodríguez, Jara Rocha, Javier Rodrigo, Jorge Toledo, Jose Abellán, María Arana, María Salazar, Marina Blázquez, Mauro G. Fournier, Ricardo Antón, Saioa Olmo y Txelu Balboa.
Aprovecho para recordar que el próximo lunes 23 de septiembre a las 18h30 presentaremos en streaming los resultados de este #meetcommons en azala. El streaming será accesible directamente en http://meetcommons.org. Si quieres estar al dia sobre #meetcommons además del blog puedes seguir @meetcommons o apuntarte a nuestra comunidad en google+: +meetcommons.
Como calentamiento y reflexión para la preparación del encuentro publicamos en el blog de #meetcommons algunas reflexiones. A continuación os dejo la que publiqué yo el 28 de febrero:
Con este post me gustaría promover una reflexión abierta sobre los modelos de organización dentro de lo que podríamos llamar la “Cultura Colaborativa”.
Debo confesar que el propósito inicial de este post era proponer una reflexión de partida mucho más práctica, sobre modelos de organización en red. Sin embargo según escribía el post, me he dado cuenta que lo que está fallando es, antes de todo el “para qué”. Aunque no quiero que el debate vuelva a ser demasiado teórico y no lleguemos a generar propuestas concretas, creo que no viene mal empezar por aquí, reafirmando que el objetivo del #meetcommons es llegar a propuestas muy concretas.
Ciertamente estamos experimentando modelos de trabajo que no encuentran referencias directas en modelos existentes. Afortunadamente, en este proceso contamos con una predisposición que nunca había sido tan amplia, puesto que compartimos experiencias y opiniones. Somos conscientes de que no estamos solos y que estamos promoviendo una transformación profunda, que se hace real gracias a las prácticas de cada uno de nosotros, seamos personas, profesionales, organizaciones o empresas.
Sin embargo, tengo la sensación de que, a pesar de la conexión y los constantes intercambios de información, no estamos suficientemente organizados o quizás simplemente “concienciados” para generar procesos de Inteligencia Colectiva, que puedan simplificar y fortalecer este proceso.
A pesar de los enormes resultados que conseguimos, nuestras estructuras de trabajo sufren por cuestiones muy prácticas, que según mi manera de verlo, tienen que ver con una falta de reflexión colectiva más avanzada, además de una escasez de recursos que nos posiciona a todos en una situación de extrema debilidad.
Tenemos que analizar, entender y asumir colectivamente -casi como si se tratara de una conciencia colectiva-, las características básicas de un cambio histórico que nos lleva hacia una nueva era asociada a un modelo de espacio antropológico, que Pierre Levy llama “el espacio del conocimiento”.
Estamos trabajando en procesos de transformación de la sociedad, actuando en muchos frentes a la vez. Nuestras prácticas son casi constantemente relacionada con la voluntad de cambiar la realidad, de mejorarla. Trabajar para transformar nos posiciona constantemente en esa posición de Emprendedores Políticos de la que habla Amalio Rey. El alcance de nuestras acciones se dirige en múltiples direcciones, y cada vez más tiene que ver con un posicionamiento político (no partidista) que nos obliga a una reflexión mucho más amplia y global.
Lo que quiero decir es que, si bien nuestras prácticas cuentan con amplios espacios de debate y reflexión, no estamos dedicando la misma energía para pensarnos y articularnos colectivamente, para hacer sostenible la colaboración; hablamos mucho del contenido y muy poco del contenedor.
La frontera entre la vida profesional y el desarrollo personal se diluye, y como resultado vemos cómo los imperativos económicos y la eficacia no pueden ya circular en circuito cerrado, necesitan nuevos espacios de expansión. Dice Levy: “desde el momento en que un verdadero compromiso subjetivo es requerido por actores humanos, las finalidades económicas deben remitir a lo político, en el sentido amplio, es decir a la ética y a la vida de la comunidad. Debe igualmente reflejar significaciones culturales. Lo económico puro o la eficacia desnuda pierden su eficiencia.”
Hoy somos capaces de comunicarnos y organizarnos en tiempo real, gracias a Internet y en general gracias a los bajos costes (relativos) de los servicios de comunicación y transporte. A pesar de esta relativa facilidad en producir procesos de inteligencia colectiva basados en estructuras de conexión en red, me parece que nos falta un objetivo claro.
Levy también nos recuerda que la sociedad ha empezado a desarrollar formas complejas de interdependencia conflictiva entre zonas de competencias imprecisas, sin ubicación determinada, aprovechando todas sus singularidades, agitadas por movimientos moleculares permanentes de asociación, de intercambio y de rivalidad.
Hemos actualizado, modificado y superado los muros que nos habíamos construido en un marco de economía basada en la competitividad, y cada vez más, entendemos que es mucho más inteligente organizarnos en torno a procesos de colaboración.
Sí ¿pero cómo?
Y más importante ¿para qué?
Ahora que lo político, lo personal y lo profesional están mezclados, el para qué es lo que más nos bloquea. Estoy seguro que si tendríamos que tener en cuenta sólo factores económicos llegaríamos muy rápidamente a definir un marco de colaboración en red mucho más fuerte.
Creo que no tenemos claro cuál es nuestro objetivo (algunos dirían que no tenemos clara cuál es nuestra lucha). ¿Estamos intentando construir un nuevo modelo que nos permita trabajar en lo que nos gusta y que sea acorde con nuestra ética? ¿estamos intentando cambiar todo un sistema y “luchamos” para un cambio radical aunque esto tenga que pasar por un estatus de precariedad que consideramos ser temporal? ¿cuál es el alcance? ¿la innovación social está de moda? ¿innovando, la precariedad es más aceptable? ¿en entornos colaborativos encontramos más facilmente un sitio para el culto del ego y la búsqueda de protagonismo? ¿lo hacemos porque en la innovación social es donde mejor encontramos reconocimiento entre pares (horizontal)?
Claramente estamos intentando hacer un poco todo esto a la vez, sin embargo me parece importante establecer prioridades.
De esta nueva edición del #meetcommons me gustaría sacar una puesta en común mucho más directa de los modelos de organización que estamos experimentando, y relacionarlo con una reflexión sobre nuestros objetivos.
En el post original también puedes leer los comentarios de @ricardo_amaste y @arey.
Sobre este tema también te puede interesar este otro post que escribí pocos meses después: I+D en Prácticas Colaborativas: de Prototipado a un Modelo Sostenible.